La Adolescencia

Estamos seguros de que muchos de los padres que estáis leyendo este post tenéis hijos en plena adolescencia o a punto de entrar en ella e incluso ya habéis pasado por esta época de transición. En todo caso, leer lo que a continuación os contamos os será de gran interés u os podrá traer algún recuerdo que otro.

La adolescencia, esa época de profundos cambios y duelos: el cuerpo, los amigos, el amor, la relación con los padres, etc. Un periodo de transición que significa el final de niñez y el comienzo de una nueva vida, con un cerebro inmaduro y las hormonas a mil por hora.

Los padres ven cómo sus niños que hasta hace poco iban cogidos de sus manos, ya son personas casi adultas que prácticamente se olvidan de su existencia cuyos únicos deseos son los de una mayor libertad para sus idas y venidas y un aumento de la paga, sin dejar de observar cómo las tasas de consumo de alcohol y drogas, el acoso y sexo en internet, la adicción a móviles, etc. cada vez crecen más.

Estas reflexiones no hacen referencia a aquellas familias que viven situaciones realmente preocupantes por hijos violentos o con dificultad para el control de sus impulsos. Nos referimos a la edad del pavo como proceso natural y a la aparición de agresividad en ocasiones, como consecuencia de esa etapa. Robert Epstein, doctor en Psicología de la Universidad de Harvard, afirma que la inestabilidad emocional y la conducta irresponsable no se debe al cerebro inmaduro, sino al resultado de influencias sociales y relaciones.

Por eso, la crisis de la adolescencia es “evitable”. Basta con que los padres ayuden a sus hijos a ser adultos a través de la definición de límites y normas sirviéndoles de sparring (combate) que contiene ira pero no daña:

Los “NOES”. Su exigencia de autonomía debe ser encauzada. Hay que ayudarles poniendo límites y normas como contrapunto a sus deseos, actitudes y/o expectativas inadecuadas. Los padres deben trabajar con su propia desilusión y frustración sin usar chantaje emocional.

Los “SIES”. Hay que decir sí sin sin ceder en exceso. Es el momento de la escucha y validar sus inquietudes. De incentivar a que expresen sus emociones con respeto, que se definan a ellos mismos y escuchar sus problemas, dejando que ellos aporten soluciones.

Recordad que, cuando los adolescentes son tratados como adultos, aceptan el reto de inmediato.

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